domingo, 6 de mayo de 2012

Introducción.




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          La cultura de la imagen abarca un vasto universo que nos remonta a los orígenes del hombre. Desde los pueblos primitivos hasta principios de este siglo veintiuno, la imagen ha jugado un papel preponderante en la comunicación humana y una de sus intenciones fue y sigue siendo engañar al ojo del espectador, confundirlo o en el caso del cine y del cómic el llegar a la transparencia narrativa. Pero no será hasta finales del siglo XIX cuando se consiga crear un mecanismo y una técnica que consiga que esas imágenes logren su animación, su movimiento. Hablamos claro está del nacimiento del cine y estamos acotando la imagen a la imagen bidimensional.
          Toda imagen narra algo, nos cuenta al menos su técnica. Con el nacimiento de la fotografía y los modernos medios de masas la imagen sustituye en muchas ocasiones a la palabra impresa creándose una auténtica cultura visual, en donde la palabra impresa queda relegada a un segundo término, proceso éste que comenzó con el estudio de la perspectiva cónica en el Renacimiento. 
          Sin embargo, hasta que no se da el paso de la invención de la fotografía y su particularidad de detener el movimiento, de congelar el instante, la imagen fija no se desprenderá del halo de magia que rodeaba al artista que creaba imágenes que no existían anteriormente.
          Así mismo, no será suficiente la fotografía para que se creen las bases y la necesidad de una cultura de la imagen en movimiento, se necesitarán ciertos juguetes y espectáculos que hagan que poco a poco la cultura de la imagen en movimiento se vaya desarrollando.
          Técnica por una parte, juguetes y espectáculos por otra, harán que la sociedad adquiera una cultura de la imagen y que la desarrolle en forma del cine, de la historieta, o de algunas formas de pintura o instalaciones más recientes que necesiten un tipo de imagen secuenciada. Empecemos por la historia.


[1] Cámara oscura.

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